He pasado cinco días en cama sin dejar de llorar. No he querido ver a nadie, ni siquiera a Alexandre que me ha llamado cada hora, cada minuto, esperando que le cogiera el teléfono. Después de pasar la peor fiebre de mi vida, he decidido volver a la vida y olvidarme de él. Todavía conservo en mi piel las huellas que ha dejado ¿la pasión?, algunas serán cicatrices que me acompañarán toda la vida.
Después de ducharme me he pesado, la realidad ha sido peor de lo que me temía: he perdido mas de cuatro kilos y al mirarme al espejo he visto una versión cadavérica y enloquecida de mí misma.
Cualquier sonido me altera los nervios, he decidido que hoy tampoco voy a ir a trabajar. He desconectado el teléfono fijo, el móvil hace días que se quedó sin batería. Tan solo el ordenador funciona, la nevera huele mal, debería abrir las ventanas o poner la radio.
No sé si quiero volver a la realidad, las nubes me miran tentadoras, oigo como me llaman, dicen que fuera se está mejor, que sólo he de saltar.
Kristina
1 de noviembre, el día ideal para volver a estar con todos vosotros.
Hoy fui al cementerio a visitar a mis viejitos, qué sorpresa la mía cuando me encontré con Fernando, que fue vecinito mío cuando éramos chicos. Fernando siempre jugaba a lo brutote y le gustaba palparte las nalgas cuando jugábamos al bolillo, de eso me di cuenta una vez crecí porque de chica lo veía tan natural. No voy a negar que Fernando ha formado parte de mis fantasias desde los quince años por eso hoy cuando lo vi, noté como me subía un rubor y se me aceleraba el corazón pues sigue tan galán como siempre.
Se acercó a mí muy despacio deteniéndose a saludar a viejos conocidos de su papá. De pronto, lo tenía enfrente mía sonriendo pero sin hablar, yo no sé, creo que balbucí alguna cosa, qué cómo que ha vuelto después de tanto tiempo, qué cómo le van las cosas, no sé, alguna estupidez.
Gabriela